La expedición de Vázquez Coronado

Organizada en el año 1540 a partir de los bulos difundidos por Fray Marcos de Niza, esta expedición acabaría dos años después, habiendo recorrido miles de kilómetros y explorado una importante zona de los actuales Estados Unidos, como las míticas praderas del Oeste, o el Gran Cañón del Río Colorado, y atravesando territorios de comanches, apaches o navajos, pero con innumerables  bajas y la ruina total de la misma.

Expedición de Vázquez Coronado según Tom Lowell

Para comprender esta expedición, debemos conocer los antecedentes que justificaron esta y los objetivos que se pretendían.

Para ello es necesario remontarnos al año 1528 cuando la expedición de Pánfilo de Narváez a La Florida naufragó, desapareciendo la mayoría de los expedicionarios, excepto cuatro de ellos: Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Alonso del Castillo, Andrés Dorantes y un esclavo de nombre Esteban, al que llamaron Estebanico El negro. Estos cuatro supervivientes anduvieron errantes durante ocho años, recorriendo todo el sur de Estados Unidos, desde La Florida, pasando por Alabama, Mississippi, Luisiana, Texas, Nuevo México, Arizona, para terminar en la ciudad de México donde fueron recibidos con gran entusiasmo.
Los relatos que hicieron estos supervivientes de sus penalidades, aventuras, leyendas escuchadas a los indios (y algunas que añadieron motu propio), fueron muy interesantes y merecieron la consideración del mismo virrey de Nueva España, a la sazón Antonio López de Mendoza y Pacheco.
Una de estas informaciones de Cabeza de Vaca se refería a los comentarios recibidos de varias tribus indias, de la existencia de siete ciudades llamadas Cíbola o Quivira que estaban colmadas de gran cantidad de oro y otras riquezas. El virrey de Nueva España, atento a estas informaciones fantásticas se apresuró a organizar una expedición, poniendo al mando de la misma a Fray Marcos de Niza, un oscuro franciscano cuya nacionalidad algunos historiadores la centran en Francia y otros en Italia.

Le acompañaba en esta expedición el experto Estebanico por su experiencia en las andaduras anteriores por los territorios donde se suponían la ubicación de las ciudades de Cíbola y Quivira. Estebanico iba delante de la expedición, como experto explorador y mandaba periódicamente informes, a través de algunos indios a Fray Marcos de Niza, de los parajes por donde pasaba y de lo que veía. Una de las veces, unos indios informaron a Fray Marcos de Niza que Estebanico había muerto a manos de unos indios de unas tríbus desconocidas; después de este acontecimiento, Fray Marcos no quiso continuar la expedición y volvió a Nueva España con un estruendoso fracaso. No obstante, mintiendo miserablemente, Fray Marcos de Niza informó al virrey que había visto las ciudades de Cíbola con muchas riquezas, similares a las riquezas del imperio azteca, confirmando la leyenda.

Fray Marcos de Niza buscando las siete ciudades de Cíbola
No dudó, una vez más, el virrey en organizar otra expedición, más numerosa que la anterior, al mando de Francisco Vázquez Coronado y, como guía de esta, nuevamente, a Fray Marcos de Niza.
¿Quién era Francisco Vázquez Coronado? Había nacido en Salamanca en el año 1510, de familia noble. Su padre Juan Vázquez, intervino en la toma de Granada y ocupó varios cargos en la administración de la ciudad. Siendo nombrado virrey de Nueva España, Antonio López de Mendoza, Francisco Vázquez Coronado viajó en su séquito en el año 1535, siendo hombre de confianza y comenzando una meteórica ascensión pública, comenzando con importantes cargos en el Cabildo de México, e interviniendo, con éxito, en algunas misiones contra los indios. En el año 1538, se casó con Beatriz de Estrada, de trece años, con la que tuvo cinco hijos.
Después de su boda, continuó ocupando puestos de gran relevancia obteniendo grandes beneficios de sus encomiendas de Tlapa, Cazamala, Tenango del Valle, Teutenango, administrando las de Ahualacatlán y comprando otras tantas como la de Guachinango, en el actual estado de Jalisco. En el año 1538, a los 28 años, ya obtenía la gobernación de Nueva Galicia, que controlaba los actuales estados de Jalisco, Sinaloa y Nayarit, cuya capital se estableció en Compostela.
En este punto, el virrey encomienda a Francisco Vázquez Coronado la expedición cuyo objetivo era la exploración de las ya muy famosas ciudades de Cíbola. Vázquez Coronado costeó gran parte de esta expedición, teniendo que vender una parte de sus bienes adquiridos con anterioridad, hasta una cantidad que se estimó en más de 50.000 ducados. El virrey aportó a la expedición 60.000 ducados.

En el año 1540, la expedición se organizó en dos partes: una por mar, con tres navíos, San Pedro, San Gabriel y Santa Catalina, (que salieron del puerto de Navidad dos meses después de la salida de Vázquez Coronado), al mando de Hernando de Alarcón, cuya misión era navegar por el Mar de Cortés (hoy Golfo de California), hasta la desembocadura del río Colorado, donde debía juntarse con la otra parte de la expedición, comandada por Vázquez Coronado, al objeto de socorrerle con alimentos y pertrechos.
La expedición más numerosa era la de Vázquez Coronado, compuesta de 260 hombres a caballo, 60 arcabuceros y ballesteros, a pie, y cerca de 1000 nativos como los siempre dispuestos Tlaxcaltecas, que partieron de la capital, Compostela, hacia el norte, en el mes de febrero del año 1540.

La expedición se dirige por San Miguel de Culiacán, hasta llegar al río Yaqui y fundan en el estado de Sonora la villa de San Jerónimo de los Corazones, desde donde envía unos soldados para buscar las provisiones que debían haber llegado de la expedición por mar, de Hernando de Alarcón. Pero no encontraron a esta rama de la expedición. Hernando de Alarcón esperó hasta el mes de Septiembre a Vázquez Coronado, y al no encontrarlos, escribieron un mensaje en un árbol que decía: Alarcón llegó a este lugar; hay cartas al pie de este árbol. En estas cartas se informaba que, por informaciones recibidas de unos indios, en el sentido de que Vázquez Coronado se había dirigido por el noroeste (actual Arizona) había decidido retornar a México.

Esta falta de alimentos y pertrechos fue un duro golpe para la expedición de Francisco Vázquez Coronado.

La expedición cruzando Arizona. Augusto Ferrer Dalmau.
Los expedicionarios comenzaron a pasar hambre y penalidades, atravesando desiertos y pasos peligrosos por la montaña donde ya comienzan a morir hombres y caballos. A mediados del año 1540 llegan a la primera ciudad de Cíbola, según Fray Marcos de Niza, que es una auténtica ruina de pueblo. Aquí son atacados por los indios y Vázquez Coronado es herido de una pedrada en la cabeza que le deja sin conocimiento.
Afortunadamente, algo recuperado y tomada esta ciudad, recogen alimentos y alivian su hambre.
Comprobada la falacia de las riquezas de ciudades de Cíbola, Vázquez Coronado, decide enviar a varios de sus capitanes a explorar en varias direcciones y él se adentra unas leguas por el territorio de Texas, sin encontrar nada útil para la expedición.
En este punto de la expedición es relevante que nos detengamos en el descubrimiento que hizo el capitán García (o Garci) López de Cárdenas, al recibir órdenes de Vázquez Coronado de ir a explorar por el norte.
López de Cárdenas, nació en Llerena, provincia de Badajoz; aunque se desconocen el año exacto de su nacimiento y los datos de su juventud; se sabe que era descendiente de familia de hidalgos que habían servido a la Corona.
En cumplimiento del cometido ordenado por Vázquez Coronado, cerca de Mal Paso, se encontró Cárdenas con unos indios a los que informó que iban en son de paz y les estrechó las manos, pero posteriormente, por la noche, les atacaron, aunque les vencieron y huyeron. Continuaron durante veinte días recorriendo un desierto y montañas, hasta que les faltó el agua y comenzaron a pasar sed.

Afortunadamente encontraron una gran cañada por donde discurría un gran rio encajonado entre profundas rocas “coloradas” que llamaron Río del Tizón; cuando se asomaron por el gran cañón del río, observaron que “la orilla opuesta del mismo río se encontraba a tres o cuatro leguas..." Después de tres días de exploración, tratando de bajar al río para superar su sed, Fue imposible descender porque después de esos tres días el capitán Melgosa, un tal Juan Galera y otro compañero, los cuales eran los tres más ágiles del grupo, hicieron todo lo posible para encontrar un descenso accesible, hasta que se convencieron de que esto era imposible Así se produjo el descubrimiento, por un español, del Gran Cañón del Río Colorado, y esto ocurría en el verano del año 1540.

Hasta pasados tres siglos, los hombres blancos no volvieron a contemplar esta maravilla natural. En su honor hay un monte cercano llamado “Cárdenas Mount”. López de Cárdenas realizó, junto con Vázquez Coronado un gran servicio a la expedición, siendo un capitán de su confianza Pero, después de este importante paréntesis descubridor de la expedición de Vázquez Coronado, donde habíamos dejado al capitán general de la expedición, recuperándose de la pedrada recibida, diremos que Vázquez Coronado estaba convencido de que las ciudades de Cíbola eran una quimera, y que la hambruna invadió a los miembros de la expedición. Se decidió ir al encuentro de otro de sus capitanes, Hernando de Alvarado, que traía ganado vacuno, para reunirse en la ciudad de Tiguex (o Tigüex) situada a la orilla del río Grande en Nuevo México. Allí invernaron entre un terrible frío, hambre espantosa y nieve en abundancia; solicitaron el socorro de alimentos y ropas de los indios que, en principio, accedieron de buena gana, pero días más tarde la emprendieron contra los españoles causándoles muchas bajas; una guerra que duró hasta la primavera del año 1541, cuando emprendieron la marcha dirigiéndose a los territorios de Quivira, donde se esperaba encontrar abundancia de comida y oro.

Descubrimiento del Cañón del Río Colorado por López de Cárdenas (Ferrer Dalmau)
Encontrándose en Tiguex, Vázquez Coronado escribe una carta a su Majestad, el rey Carlos I, fechada el día 20 de octubre del año 1541, relacionándole esta etapa de Tiguex. Entre otros asuntos le escribe que "llegué a unos llanos, tan grandes, que por donde yo anduve no les hallé cabo, aunque caminé por ellos más de trescientas leguas; y en ellos hallé tanta cantidad de vacas, de las que a vuestra Majestad escribí que había en esta tierra, que numerallas es imposible... Topé con una ranchería de indios que andan con estas vacas, que les llaman querechos, los cuales no siembran, y comen carne cruda y beben sangre de las vacas que matan; estos adoban los cueros de las vacas de que en esta tierra se viste toda la gente della; tienen pabellones de cueros de vacas, adobados y ensebados, muy bien hechos, donde se meten, y andan tras las vacas mudándose con ellos; tienen perros que cargan en que llevan sus tiendas y palos y menudencias; es la gente más bien dispuesta que yo he visto en Indias…por verme en aquellos llanos sin cabo, donde tuve harta necesidad de agua y harto la bebí tan mala, que tenía más parte de cieno que de agua… y con solos los treinta de caballo que tomé para mi compañía caminé cuarenta y dos días después que dejé la gente, sustentándonos en todos ellos de sola carne que matábamos de toros y vacas, a costa de algunos caballos que nos mataban los indios, y pasando muchos día sin agua y guisando la comida con freza de vaca, porque no hay ningún género de leña en todos esos llanos".

Rutas de la Expedición de Vázquez Coronado

En su relación informa que llegó a Quivira, que está de México a novecientas cincuenta leguas, donde se encontró con un pobre poblado cuyas casas eran de paja y cañas, revestidas con los cueros de las vacas; no obstante tomó posesión del poblado para su Majestad, "la gente dellos es crecida y algunos indios hice medir, y hallé que tenían diez palmos de estatura… y visto que no había ninguna cosa de las que Fray Marcos dijo, he procurado descubrir esta tierra ducientas leguas y más a la redonda de Cíbola, y lo mejor que he hallado es este rio Tigüez, en que estoy, y las poblaciones dél, que no son para poblarlas porque hemos de estar cuatrocientas leguas de la mar del norte, y de la del Sur más de ducientas, donde no puede haber ninguna manera de trato, la tierra es tan fría como a vuestra majestad tengo escrito, que parece imposible poderse pasar el invierno en ella, porque no hay leña, ni ropa conque se puedan abrigar los hombres…"
Después de recorrer estas tierras de los actuales estados de Texas, Oklahoma y Kansas, se produjo un desgraciado acontecimiento cuando Vázquez Coronado sufrió una caída del caballo que le dejó muy malparado, donde cayó el general corriendo un caballo, de que recibió una herida en la cabeza, con lo cual dio muestras de ruin disposición.

Tribus de indios encontradas en la expedición.
Agotados los cien expedicionarios supervivientes de la expedición, decidieron volver a México en el mes de abril del año 1542, con gran descontento y decepción del virrey Antonio de Mendoza, por sus escasos descubrimientos y sin encontrar las riquezas prometidas por el falso fray Marcos de Niza.
En México fue residenciado Vázquez Coronado por la acusación de negligencia y corrupción, aunque las sentencias de la residencia fueron favorables a su persona, después de demostrar los infundios acusadores. No obstante, antes de su muerte, en el año 1554, a los cuarenta y cuatro años, dedicó mucho tiempo a reclamar algunas de sus propiedades, que habían pasado a la Corona, durante los años su expedición Se sabe que López de Cárdenas volvió a España para hacerse cargo de la herencia de su hermano fallecido, desconociéndose el resto de su vida y muerte.
Fray Marcos de Niza, fracasado y desprestigiado por sus continuas mentiras, murió en México en el año 1558 a los 63 años. Otros frailes, Fray Juan de Padilla y Fray Luis de Escalona, expedicionarios, se quedaron por aquellas tierras tratando de evangelizar.
Esta expedición resultó, en esencia, un sonado fracaso, su único legado apreciable fue el descubrimiento, por los españoles, de nuevas tierras por diferentes Estados de Norteamérica, y el descubrimiento del Gran Cañón del río Colorado. Sin embargo, la expedición ha sido muy bien estudiada por los norteamericanos y le han dado el mérito de ser, según ellos, la primera expedición española en los Estados Unidos; en su honor, muchos establecimientos públicos, parques y escuelas llevan el nombre de “Coronado”.

Autor: Juan Hernández Hortigüela. Universidad Complutense de Madrid

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