El centro de los territorios que conformaban la nación española a principios del XIX era Nueva España, la actual México
No podía ser de otro modo. Los virreinatos de Nueva España y de Perú fueron los territorios más "realistas" y refractarios a cualquier secesión en el XIX.
De hecho México (la ciudad de México) a comienzos del XIX no está ausente de los sucesos peninsulares, pero sí se encuentra desplazada.
La composición de las Españas (con mayúscula, porque eran varias y actuaron durante tres siglos como una sola) resulta demasiado grande como para ser una sola España, pues administrativamente, había sido dividida para poder articular su cohesión.
De hecho había en todo el continente alrededor de 105 zonas de recaudación de impuestos, y estos se gastaban en cualquier parte, haciendo frente a cualquier contingencia sobrevenida, sin interés bancario, gastando el dinero donde hacía falta y demostrando una eficacia que a los vecinos del norte les tenía pasmados. No es de extrañar que la República de los EEUU fuera creada con Estados, a imagen y semejanza de las capitanías y virreinatos españoles.
Como venía diciendo, México, en la Nueva España, llevaba más de un siglo sabiéndose el centro de las Españas, o mejor dicho, sabiéndose la verdadera España. Los novohispanos ni tenían motivo, ni pensaron jamás en dejar de ser españoles, porque les iba muy bien, tanto como para ser objeto de todas las envidias del planeta; los EEUU envidiaban la nueva España, Francia la quería para sí, Inglaterra quería una Nueva España como país sometido.
Lo que ignoraba Inglaterra es que Nueva España era inmensamente rico porque funcionaba dentro del conjunto hispano y al romperse este nodo comercial hispano, toda riqueza quedaba disipada, porque la riqueza que se desprende del comercio, sale de vender barato por vender mucho y su esencia está en la frecuencia de intercambio, que al descender hace caer la riqueza y al crear fronteras la hace desmoronarse.
La Nueva España era el centro del comercio mundial y eso suponía para la ciudad de México un estatus bien definido y muy difícil de ignorar. Las Españas tenían cuatro capitales: Madrid como capital política, México como capital económica, Lima como la capital del sur y Manila como la capital de Oriente.
A nadie se le podía escapar la calidad de las instituciones novohispanas, la naturaleza de sus ciudades, la extensión de su territorio, su organización administrativa y comercial, su capacidad legislativa y las grandes diferencias de su economía con las economías europeas. Yo sostengo que si la economía hispana, se hubiera impuesto sobre la anglosajona, la economía del mundo se habría multiplicado, las guerras habrían disminuido y la tecnología habría sido global y mucho más eficiente. El planeta habría alcanzado una mejor factura.
Los novohispanos sabían que eran el centro de la Hispanidad y que una cosa era América y otra muy diferente Europa, incluida España.
Los españoles habíamos creado un mundo nuevo y mejor y nuestro talento estuvo en el respeto a los iguales, y en la protección a los que no pueden ser como los demás.
El ejemplo de cómo se veían a ellos mismo los novohispanos en 1810, está en la proclama del cura Hidalgo del 15 de septiembre, (el grito de Dolores) en la que habla, no a los mesoamericanos, sino a los americanos, y se dirige a ellos para rebelarse contra una realidad política sometida a los franceses, y grita ¡viva la virgen de Guadalupe! ¡viva América! ¡viva el rey Fernando VII y muera el mal gobierno!¡viva la patria y viva este continente americano! En este primer intento de rebelión, la idea está clara, la patria es España y España son ellos y el continente americano.
La península es un situado americano en Europa, lugar donde se ubica la Corona y fiel administrador de los intereses de las Españas.
Iturbide, años después, también comprende cuál es la solución al gravísimo problema de la fragmentación, y entiende que sin el aglutinante peninsular, sin la Corona, el conjunto, que es lo que había que mantener unido, se desmoronaría partiéndose en mil pedazos, de ser centro a ser naderías.
España estuvo viva hasta que el conjunto, desconectado por completo, dejó de responder...
De ser, se decía, el centro planetario, a satélites fragmentarios, cuando no meros asteroides en la órbita de terceros.
Quien peor factura ha pagado por la desunión es la España americana. Otrora rica y con gobierno.
Por Manu Min y Jordi Núñez Zaragoza.
Comentarios
Publicar un comentario